PARROQUIA SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

PADRES TEATINOS
Cnel. Bogado y Los Ceibos - Boulogne, San Isidro

Capilla Nuestra Señora de la Pureza (Bacacay 630)
Capilla Cristo Obrero (Aráoz y Guayaquil)
Capilla Medalla Milagrosa (Barrio Ombú)

HORARIOS DE MISAS

PARROQUIA SAGRADO CORAZON

martes a viernes a las 18 hs.

sabados a las 19 hs

domingos a las 8 hs-11hs-19hs



CAPILLA CRISTO OBRERO

sabados 17:30 hs



CAPILLA PUREZA

viernes 8 hs.

domingos 9:30 hs

28/11/09

1° Domingo de Adviento ... La Palabra. 29 de noviembre' 09

Una comunidad que espera
Puede ser que haya algunos que no se enteren pero hoy comienza un tiempo nuevo. Nuevo en todos los sentidos. Nuevo porque empieza un año litúrgico nuevo, todo ese ciclo de celebraciones que se repiten de un año para otro y que nos ayudan a celebrar e interiorizar los misterios de la vida de Cristo, los misterios de nuestra salvación. Nuevo también porque nos preparamos en este tiempo para celebrar y recordar la mayor novedad que ha acontecido en la historia de la humanidad: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, el testigo vivo del amor de Dios para la humanidad, el que nos trae la salvación, el que nos abre la puerta de salida de este laberinto en el que estamos metidos todos. Hay que tener el espíritu preparado para comenzar el Adviento, para prepararnos para la Navidad. Hay que abrir las manos y el corazón a la esperanza. No es tiempo para pensar en desastres. Es tiempo de levantar la vista al horizonte y atisbar que ya viene, que ya se acerca es el que es nuestra salvación. Con él trae la paz y la justicia.
Atentos al que viene
Llegan días en que se cumplirá la promesa. Hay que preparar el corazón para acogerla porque va a llegar de la forma más inesperada. No exactamente como nosotros la imaginamos. No va a aparecer por la autopista en una caravana triunfal. Nuestro Dios tiene otro estilo, otra forma de actuar. Lo suyo va a ser la senda, el camino, la trocha. No será fácil reconocerlo por la ropa elegante ni por los guardaespaldas no por la seguridad que le rodee. Más bien habrá que reconocerlo por la sencillez, por su despojo, por su cercanía con todos pero especialmente con los más pobres. Por eso hay que mirar y vigilar el horizonte. Ya llega el Señor. Ya está llegando. Y la espera se hace alegría gozosa. La espera fortalece la fraternidad, el amor mutuo, el reconocernos unos a otros como hermanos que compartimos sobre todo nuestra fe en el que viene y nos trae la Vida. Vivir en esperanza es toda una forma de vivir, de relacionarnos con los demás, de ser justos, de cuidarnos unos a otros, de no dejar que nadie quede atrás. Porque la espera la hacemos juntos, en familia, en comunidad, como hijos.
Esperar, aquí y ahora
La espera, vivir esperando, no cambia la realidad. No hace que la vida que nos rodea sea más fácil, que los problemas desaparezcan, que la injusticia deje de existir, que no haya más envidias ni odios ni violencia. Las guerras, los desastres naturales, el terrorismo, la falta de libertad, la pobreza, la avaricia y tantas otras cosas siguen ahí. Basta con leer los periódicos. La comunidad que espera no cae en la ingenuidad angelical. No se deja envolver por sus cánticos e himnos hasta pensar que el mundo se reduce a la sala donde celebra. La comunidad que espera es activa y trabaja por un mundo mejor. La comunidad que espera está comprometida con la justicia. No soporta la injusticia ni la violencia ni el odio ni ningún otro de los males que asolan a nuestra humanidad. La comunidad que espera vive en este mundo nuestro y sale a la vida comprometida a denunciar la injusticia y a comportarse de una forma nueva dominada por el amor y la misericordia. La comunidad que espera siente ya viva en medio de ella la presencia del esperado. No por mucho esperar ha caído en la desesperanza. Sigue confiando y esperando. Sigue teniendo como punto de referencia las palabras de Jesús. No se deja llevar por el desaliento ni la ansiedad. Lo que viene no es la destrucción sino la vida. Por eso la comunidad que espera ya levanta la cabeza con gozo y alegría. La comunidad que espera sabe que se acerca su liberación. Hoy comenzamos el Adviento y lo hacemos así: con gozo y alegría porque sabemos que se acerca nuestra liberación. Y eso no nos hace temer sino alegrarnos. No nos hace agachar la cabeza sino levantarla. Nos hace comunicativos. Nos ayuda a ser activos en favor de la justicia, del amor, de la compasión, de la misericordia. No queremos que nadie se quede sin escuchar la gran noticia: que viene nuestro salvador. Maranatha! Ven, Señor Jesús!

Fernando Torres Pérez (ciudadredonda.org)

21/11/09

Domingo 34° "CRISTO REY" ... La Palabra. 22 de noviembre' 09


Jesús, ¿rey? ¿de qué reino?
Hay que releer desapasionadamente la lectura del Evangelio de este domingo. Hagamos como si la leyésemos por primera vez y no conociésemos a los protagonistas ni el desenlace final de la historia. ¿No suena el diálogo a ridículo? El detenido se convierte casi en el interrogador. Y el que interroga se encuentra con la sorpresa de que el detenido se declara superior a él pero “de otro mundo”. Lo suficiente en nuestros días para enviarlo a un manicomio. En la época de Jesús no tenían esos recursos y la vida humana no valía tanto. Es decir, que Pilatos condenó a muerte a Jesús sin hacerse demasiado problema. Probablemente así fue como sucedió en realidad. Hoy nosotros hacemos otra lectura de la historia. La leemos desde nuestra fe. El detenido no es un loco. Es Jesús. El Hijo de Dios. El Testigo del amor y la misericordia de Dios para con todos. Para nosotros está clarísimo que su reino no es de este mundo. Hasta nos fallan y faltan las palabras. Porque lo suyo no es un reino. Quedan pocos reinos en la actualidad. Y los reyes que quedan ya no mandan mucho. Son reyes constitucionales. No son mucho más allá que una figura decorativa, que representa al Estado. Los reyes de antes eran otra cosa. Aquellos mandaban de verdad. Hacían lo que les venía en gana. Su reino era para ellos como su propiedad privada. Y su gente eran súbditos y no ciudadanos libres. Pero ninguna de esas dos formas de ser rey tienen nada que ver con lo que Jesús es para nosotros. ¿Verdad que no?Su “reino” no es de este mundo Por eso, decir que Jesús es rey o emperador se nos queda corto y desajustado. Jesús es otra cosa. Está claro que su “reino” no es de este mundo. Y que las palabras e imágenes de este mundo no sirven bien para hablar de él y de lo que significa para nosotros. Su “reino” no se parece a ninguna de las formas de gobierno, de poder, de este mundo. Ni a los reinos actuales, ni a las democracias ni a las dictaduras, ni a las repúblicas. Su “reino” es otra cosa. ¿En qué consiste ese “reino” de Jesús? Lo hemos ido viendo a lo largo de todo el año litúrgico que hoy, con esta celebración, termina. Hemos recorrido paso a paso los misterios de la vida de Jesús. Con el Adviento nos preparamos para la celebración de su nacimiento, luego vino el gozo de la Navidad. Más adelante, la Cuaresma nos llamó a la conversión necesaria para celebrar la Semana Pascual, que culminó con la Resurrección de Jesús, que celebramos durante todo el tiempo de Pascua. Domingo a domingo hemos ido escuchando su palabra, conociendo su estilo de vida, su forma de relacionarse con los demás. ¿Es posible que digamos que no sabemos en qué consiste su “reino”? Todos hijos, todos hermanos Su reino es de amor y misericordia, de comprensión y perdón, de acogida para los alejados, de generosidad con todos. Su reino es toda una forma de convivencia entre las personas en la que se parte de un principio básico: somos hijos del mismo padre y, por eso, somos hermanos. Lo que tenemos, lo que somos, lo compartimos. Y esa es la única forma de alcanzar la plenitud, nuestra plenitud. Ese es el reino de Jesús. Eso es lo que hoy celebramos en esta fiesta con la que termina el año litúrgico. Pilatos no entendió lo que le decía Jesús. Probablemente no le pareció más que un loco potencialmente peligroso. Por eso lo condenó. Hoy nosotros, desde la perspectiva de la fe, deberíamos saber que el poder de Jesús es mucho más fuerte que el de Pilatos. Pilatos tiene la violencia de las armas. Jesús tiene la fuerza del amor, del perdón y de la misericordia. Pilatos, con su violencia, puede destruir pero sólo Jesús puede construir porque sólo el amor construye y abre nuevas posibilidades de vida. Si creemos en Jesús es hora de alistarnos en sus filas y avanzar bajo su bandera. Jesús es de verdad todopoderoso. Sólo con él podremos construir un mundo nuevo.
Fernando Torres Pérez, cmf

14/11/09

Domingo 33°... La Palabra. 15 de noviembre' 09

De la tribulación a la esperanza
¿Por qué imaginamos la venida última de Cristo como una amenaza?

El Evangelio, es cierto, nos dice que este mundo quedará destruido pero se supone que tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo no en este mundo. ¿O no? Y se supone que de Cristo esperamos la salvación, la vida, la misericordia, el perdón. ¿O no? La realidad es que hay toda una mitología, toda una forma de pensar e imaginar el fin de este mundo que gira en torno al desastre, la destrucción, la muerte, la violencia y todo lo que es precisamente lo contrario de lo que podemos esperar de Jesús. No sólo es que en los últimos tiempos se hayan estrenado en los cines numerosas películas sobre el tema. Esa forma de pensar, esas ideas, parece que están metidas en nuestra mente, en la forma de pensar de los pueblos, desde mucho antes.


El Apocalipsis como destrucción


En esas historias siempre hay algo, una causa externa o física, que causa la destrucción de nuestro mundo. Puede ser un asteroide que va a chocar contra la tierra, un terremoto, una tormenta, una guerra atómica. La conclusión es siempre la misma: nuestro mundo –y hay que subrayar lo de “nuestro”– termina, se acaba. Desaparece la estabilidad, la seguridad de las relaciones humanas que nos permiten vivir. Y los sobrevivientes, si los hay, vuelven a una situación anterior en la historia, mucho más penosa, más difícil, más insegura. En nuestra mente, los cristianos leemos así también estos textos apocalípticos. Y se convierten para nosotros en fuente de amenaza. La venida de Cristo ya no es deseada ni esperada sino temida. Pensar en ella nos produce pavor, terror, miedo. Parece que en el juicio ya no vamos a tener ninguna posibilidad de defensa. Es más, diríamos que es un juicio, el de Dios, que casi no es juicio porque da la impresión de que estamos previamente condenados. No hay nada que hacer. No hay esperanza. Dios ha medido cada una de nuestras acciones, pensamientos y deseos. No hay escapatoria. No hay defensa posible. No valen las excusas. Su dedo acusador nos señalará sin compasión. Y la espada de fuego del ángel de turno nos arrojará de su presencia y nos enviará al infierno.

El Evangelio de la esperanza

Todo eso tiene muy poco que ver con el Evangelio. Tiene muy poco que ver con lecturas como las de este domingo. Cierto que hablan del fin de nuestro mundo. Porque este mundo tiene fecha de caducidad. El paso del tiempo le persigue como una amenaza. Nada dura para siempre. Nuestra propia vida está amenazada de muerte. Y nuestra muerte significa la muerte y desaparición de nuestro mundo. Pero ahí está la primera lectura del profeta Daniel. Reconoce que ése será un “tiempo de angustia”. Pero ése es precisamente el tiempo en el que surgirá Miguel, el que “defiende a los hijos de tu pueblo”. Y dice también que “en aquel tiempo se salvará tu pueblo”. Es que Dios no va a dejar de su mano a sus hijos. ¿Es que puede el padre abandonar a sus hijos y condenarlos a la muerte? ¿Puede el Creador complacerse en la destrucción de su propia creación? En el Evangelio también se habla de ese último momento. También es momento de tribulación. Pero precisamente en ese momento es cuando aparecerá el Hijo del Hombre para reunir de los cuatro vientos a sus elegidos. El texto no quiere ser una amenaza sino precisamente lo contrario. Las palabras de Jesús quieren suscitar nuestra esperanza. Ni en medio de las mayores dificultades Dios nos deja de su mano. Somos sus hijos. Esta humanidad doliente es su familia y no la va a abandonar nunca. Al final, triunfará la misericordia, el amor, el perdón. Al final, el Hijo del Hombre nos traerá la vida y la vida en plenitud. A todos, comenzando por aquellos a los que les ha tocado la peor parte en este mundo. Es momento de levantar la cabeza y dejar que la esperanza haga brotar una sonrisa en nuestro rostro. Y de dar la mano a todos para compartir esa esperanza y no dejar que ningún hermano quede atrás.



Fernando Torres Pérez (ciudadredonda.org)

7/11/09

Domingo 32°... La Palabra. 8 de noviembre' 09

Manos abiertas, manos generosas
La vida cristiana no sólo está hecha de grandes declaraciones. Hay que recitar el Credo todos los domingos y solemnidades. Hay que tener presente sus grandes verdades. No conviene olvidar las verdades básicas de nuestra fe: la encarnación, la resurrección, etc. Pero también es verdad que la semana está hecha de días de diario, días normales, del lunes al viernes. Días de trabajo, de rutina. Días sin ropa de domingo. Para esos días conviene tener muy presente evangelios como el de este domingo que nos habla de un pequeño detalle que en la vida diaria ayuda a construir una vida cristiana de las de verdad. Porque en la vida podemos vivir tan centrados en nosotros mismos y en nuestras necesidades y problemas que se nos olvide mirar a los demás, a los que nos rodean. Colocados en esa perspectiva las cosas que tenemos a nuestro alcance se convierten en recursos necesarios e imprescindibles para nuestra propia supervivencia. Las manos se nos vuelven herramientas que agarran y guardan en nuestros almacenes como pequeñas o grandes palas excavadoras que barren hacia sí mismas todo lo que encuentran. Es toda una actitud vital. Una nueva forma de vivir Frente a ella, hoy las lecturas nos proponen otra forma de vivir. Las manos ya no son herramientas que agarran y atraen hacia mí sino que se abren para compartir en generosidad total. Más allá de lo razonable. Es lo que se nos cuenta en el relato del profeta Elías. La viuda no tenía casi nada. No tenía lo suficiente para ella y para su hijo pero, al compartir lo poco que tenía con el profeta “ni la orza de harina se vació ni la alcuza de aceite se agotó”. Lo mismo se puede decir de las palabras de Jesús en el Evangelio que contraponen la actitud de los que “devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos”, con la de la pobre viuda que echa en el arca de las ofrendas (una forma de compartir) de lo que necesita para vivir. Y en la segunda lectura de la carta a los hebreos se nos abren los ojos sobre la generosidad de Cristo, que entrega su propia vida para nuestra salvación. Al final de este recorrido, descubrimos que esta actitud –generosidad, compartir– no es un detalle accidental de la vida cristiana. En absoluto. Es un detalle central. Es que resulta que Dios mismo es así, que esa entrega generosa, hasta dar la vida, a los demás forma parte del mismo ser de Dios. Una entrega generosa por la vida El núcleo del mensaje del Evangelio nos viene a decir que no hay otra forma de vivir en plenitud que en esa relación generosa y de entrega con los que nos rodean. Ser persona es tener las manos abiertas para saludar, para compartir, para dialogar, para dar, para confiar. Cerrar el puño, acaparar, barrer para casa es volver a una situación pre-humana, es volver a las cavernas, es dejar que lo más animal de nosotros triunfe. Compartir, dar con generosidad, es toda una forma de vivir que nos hace incluso más felices. Pienso ahora en esas veces que se reúne un grupo de personas para comer juntos. Cada uno decide hacer su pequeña aportación. Al final, aunque siempre hay algunas personas que no llevan nada, siempre sobra, hay comida en abundancia. Se ha producido el milagro. Al compartir es como si los bienes se multiplicasen. ¿No será que siendo un poco más generosos solucionaríamos muchos de los problemas de nuestro mundo? Generosos con la comida, generosos con los bienes, generosos con el perdón, generosos con la misericordia, generosos con la amistad. Manos abiertas y no puños cerrados. Toda una forma de vivir en cristiano.

Fernando Torres Pérez (ciudadredonda.org)

31/10/09

Domingo 31°... La Palabra. 31 de octubre ' 09

TODOS LOS SANTOS... Nuestra Santidad es posible!!!

Este domingo no es un domingo cualquiera. Hoy toca celebrar la fiesta de Todos los Santos. ¿Quiénes son? Podemos hacer un primer ejercicio y echar la mirada a la historia y a los altares y cuadros de nuestras iglesias y capillas. Ahí están algunos santos. Están convertidos en cartón piedra. Son estatuas más o menos hermosas que decoran los altares. De algunos de ellos conocemos la vida. Leímos en su momento un libro o folleto con los detalles de su vida. Pero la mayoría se nos quedan muy lejanos en el tiempo. Y nos han llegado tan “santos” que se nos antojan también un poco inalcanzables. Hicieron cosas maravillosas y algunos parece que eran ya santos casi antes de nacer. Ante ellos sentimos admiración pero también un cierto desánimo. No nos vemos con las fuerzas para vivir como ellos vivieron su fe en medio, a veces, de situaciones muy difíciles y complicadas. Mirad a los que os rodean Un segundo ejercicio que podemos hacer en este día es mucho más simple. Basta con echar la mirada a nuestro alrededor (se supone que estamos en la iglesia, celebrando la eucaristía con nuestros hermanos y hermanas). Al frente, a la derecha, a la izquierda, detrás de nosotros. Hay muchas personas. Algunas nos resultan conocidas. Nos hemos saludado al entrar. A otras las conocemos solamente de vista. De vernos por la calle pero también de vernos aquí en la iglesia. Otras son caras totalmente nuevas. Hemos venido de diversos lugares y orígenes para celebrar juntos la Eucaristía, para dar gracias a Dios por su bondad, para escuchar su Palabra, para compartir su Cuerpo y su Sangre. Todo eso lo hacemos juntos, en comunidad. Pues bien, nosotros somos los santos que hoy celebramos. No hace falta echar la mirada atrás en el tiempo sino, lo que es más fácil, echar la mirada al banco de atrás. Y a nuestro lado. Y a nosotros mismos. Nosotros somos los creyentes, los discípulos. Nosotros, junto con otros muchos a lo largo y a lo ancho de nuestro mundo, junto con otros muchos en el pasado (recuperamos a los de los altares pero vivos y no como estatuas) y en el futuro, somos los que trabajamos día a día por hacer un mundo mejor, más hermano, más lleno de misericordia, de comprensión, de tolerancia, de amor, de perdón. En definitiva, más lleno de Dios. Nosotros. Sí, nosotros somos parte de esa inmensa muchedumbre de la que habla el Apocalipsis de Juan. Nosotros hemos lavado, y seguimos lavando, en la sangre del Cordero nuestros mantos, llenos de miserias, de envidias, de celos, de orgullos, de errores... Y hemos experimentado el perdón y el amor de Dios. Nosotros somos los que seguimos a Jesús. Con todas nuestras limitaciones. Porque ya sabemos que no basta con una lavada para que la ropa quede limpia para siempre. Con el barro de la vida nos volvemos a manchar. Pero somos constantes y sabemos que la misericordia de Dios es más grande que todas nuestras limitaciones. Nosotros sabemos por experiencia que “la salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero”, de Jesús. Somos los bienaventurados La verdad es que somos hijos de Dios (segunda lectura). Somos sus hijos e hijas, aunque no se haya manifestado del todo lo que eso significa. Ahora vivimos en la esperanza porque estamos en camino. Como el pueblo de Israel, caminamos en el desierto a la espera de llegar a la tierra prometida. Pero Dios está con nosotros. Y Él nos hace santos. Ahora, una vez realizados estos sencillos ejercicios, podemos atender a la lectura del Evangelio y escuchar como Jesús nos llama “bienaventurados” porque somos pobres, porque luchamos por la justicia, porque tratamos de ser misericordiosos, porque trabajamos por la paz y la reconciliación. Y la palabra de Jesús llega a nuestros oídos. Nos calma, nos serena, nos devuelve la alegría, nos hace conocer y comprender nuestra más honda realidad. Más allá de lo deforme de nuestros defectos y limitaciones, está la verdad, la gran verdad: que somos hijos amados de Dios, que la humanidad no está condenada sino salvada por el gran amor con que Dios nos ama. Nosotros, un nosotros muy grande, que abarca a toda la humanidad en el pasado, el presente y el futuro, somos los santos de Dios, los santos que hoy celebramos. Porque Él es bueno. Salimos a la calle con la sonrisa en el rostro y dispuestos a seguir luchando por mejorar nuestra propia vida y por mejorar este mundo. Por hacer que sea la casa de Dios, la casa de todos, el Reino por el que Jesús dio su vida.


Fernando Torres Pérez (ciudadredonda.org)

24/10/09

Domingo 30°... La Palabra. 24 de octubre ' 09

1. Este relato está redactado de forma que en él se destacan tres cosas: 1) la situación de Bartimeo: era ciego y mendigo; 2) la fe firme e insistente que tuvo este hombre; 3) cuando la fe es así de fuerte, el que la tiene vence su condición de invidente y de pordiosero, pasando al discipulado de los que “siguen” a Jesús.
2. Pero la fuerza de este relato se comprende si se tiene en cuenta: 1) que la ceguera era considerada entonces como un castigo de Dios (Ex 4, 11; Jn 9, 2; Hech 13, 11); 2) que los ciegos se veían obligados con frecuencia a mendigar (Mc 10, 46; Jn 9, 1); 3) que la curación de un ciego se veía cono un hecho portentoso (Jn 9, 16); 4) que la ceguera simbolizaba las tinieblas del espíritu y la dureza del corazón (Is 6, 9 s; Mt 15, 14; 23, 16-26; Jn 9, 41; 12, 40).

(3. Es evidente que Jesús le devolvió a este hombre la vista, lo liberó de su condición de mendigo y le restituyó la dignidad que las creencias religiosas y la sociedad le habían arrebatado. La religión atribuye a castigos divinos lo que son desgracias humanas. Y la sociedad margina y desprecia al que no es reconocido y estimado, bien sea por su mísera posición económica, por su indignidad ética o por su mala imagen como creyente. Jesús rompe con todo eso. Para Jesús, lo decisivo es la integridad de la vida, la felicidad de las personas y la dignidad de los que la “buena” sociedad y la religión más “ortodoxa” considera indignos.

José María Castillo, teólogo (en redescristianas.net)

26/9/09

Domingo 26°... La Palabra. 27 de septiembre ' 09

TAMBIÉN SON AMIGOS...

A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de su vida.
El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos informan a Jesús de un hecho que los ha molestado mucho. Han visto a un desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús» y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.
Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.
Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está a favor de su grupo.
Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Éste es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores.
Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.

José Antonio Pagola (redescristianas.org)

19/9/09

Domingo 25°... La Palabra. 20 de septiembre ' 09

DOS ACTITUDES MUY DE JESÚS

El grupo de Jesús atraviesa Galilea camino de Jerusalén. Lo hacen de manera reservada, sin que nadie se entere. Jesús quiere dedicarse enteramente a instruir a sus discípulos. Es muy importante lo que quiere grabar en sus corazones: su camino no es un camino de gloria, éxito y poder. Es lo contrario: conduce a la crucifixión y al rechazo, aunque terminará en resurrección.
A los discípulos no les entra en la cabeza lo que les dice Jesús. Les da miedo hasta preguntarle. No quieren pensar en la crucifixión. No entra en sus planes ni expectativas. Mientras Jesús les habla de entrega y de cruz, ellos hablan de sus ambiciones: ¿quién será el más importante en el grupo? ¿quién ocupará el puesto más elevado? ¿quién recibirá más honores?
Jesús «se sienta». Quiere enseñarles algo que nunca han de olvidar. Llama a los Doce, los que están más estrechamente asociados a su misión y los invita a que se acerquen, pues los ve muy distanciados de él. Para seguir sus pasos y parecerse a él han de aprender dos actitudes fundamentales.
Primera actitud: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos». El discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades. En su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario, ha de ocupar el último lugar, ponerse al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno. Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos»La segunda actitud es tan importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico entrañable. Pone a un niño en medio de los Doce, en el centro del grupo, para que aquellos hombres ambiciosos se olviden de honores y grandezas, y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados de defensa y cuidado.
Luego, lo abraza y les dice: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí». Quien acoge a un “pequeño” está acogiendo al más “grande”, a Jesús. Y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado. Un Iglesia que acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está pervirtiendo la Buena Noticia de Dios anunciada por Jesús.


José Antonio Pagola (redescristianas.org)

12/9/09

Domingo 24°... La Palabra. 13 de septiembre ' 09

Reconocer a Jesús, el Cristo

El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su proyecto?Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿ Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?
Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿en qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?
Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».
La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.
Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Ésta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.

29/8/09

Domingo 22°... La Palabra. 30 de agosto ' 09



“Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?” (Sal 14). Así reza el salmo interleccional de este domingo, en un contexto de lecturas que coinciden en llamarnos a cumplir los preceptos del Señor.Es un privilegio conocer la Ley de Dios. Los mandatos del Señor conceden sabiduría e inteligencia. Quien los cumple aparece ante el mundo como iniciado, sabio e inteligente (cf Dt 4, 1-2. 6-8). El Apóstol Santiago nos exhorta: “Aceptad dócilmente la palabra plantada, que es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos” (Sant 1, 21-22).En el Evangelio, Jesús se lamenta por los que interpretan la ley de forma literalista, y en cambio ofrecen un culto vacío: “Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres” (Mc 7, 8).
No es una carga pesada e insoportable la Ley del Señor, si se sabe que es la forma de vida que nos revela Dios como la mayor posibilidad de realización humana, de paz interior y de plenitud personal. El que es honrado, justo, leal, bueno, compasivo, discreto, insobornable, nunca fallará. El que sabe vivir en la voluntad divina experimenta la mayor bendición. “¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y decretos sean tan justos?”¿Quién como el que hace de la voluntad de Dios goza de una relación tan cercana con Él?En las actuales circunstancias sociales y políticas, la Palabra de Dios viene oportuna. Quizá ha sido un tiempo más permisivo, con efectos paradójicos, porque no por ello se ha experimentado más alegría interior. El consejo de Moisés y la afirmación de que Dios está cerca de nosotros cuando lo invocamos, se convierte en guía para no sucumbir en el contraste entre el descanso y el trabajo.Jesús nos ofrece la liberación de todo atavismo ritualista, de toda autojustificación, para mostrarnos la enseñanza de lo que aprovecha, el corazón limpio, la rectitud de intención, la vigilancia para que no aniden en el interior los malos deseos y propósitos, sino, por el contrario, como canta el salmo, broten las intenciones leales. Es momento de comenzar el curso, de luchar contra todo sentimiento depresivo. “La ley del Señor alegra el corazón y da luz a los ojos”. Prueba y verás cómo no hay forma de vivir más lograda que la que se conduce por los mandatos divinos.

Por Ángel Moreno (ciudadredonda.org)

22/8/09

La Participación en la Misa... Para pensar

“En la historia se han presentado, no pocas veces, tendencias de ‘espiritualizar’ el mensaje cristiano y dar a los signos exteriores solamente un valor simbólico. El mismo evangelio de San Juan ya es una respuesta a una corriente que consideraba todo lo material como corrupto y que por lo mismo no aceptaba tampoco que Dios se haya hecho realmente hombre. La Iglesia, en cambio, siempre ha afirmado la encarnación real del Hijo de Dios. Por eso la Eucaristía es el núcleo central de sus asambleas; en ella se prolonga la encarnación y está presente Jesucristo en su naturaleza divina y humana, con su alma y su cuerpo, con su carne y su sangre”, expresó monseñor Luis Stöckler, obispo de Quilmes, en su homilía del domingo. Explicó que “al acercarnos al altar y recibir la comunión expresamos nuestra fe en la doble presencia de Cristo: en el pan consagrado y en la comunidad; recibimos su cuerpo sacramental y somos su cuerpo místico”, y subrayó: “Solo reciben el cuerpo de Cristo quienes ya lo son”. El prelado ilustró esta afirmación con una cita de San Agustín en la que se refiere a la “relación insoslayable entre eucaristía y comunidad y su implicación en nuestra vida”: “¡Cuántos hay que reciben del altar este alimento y mueren en el mismo momento de recibirlo! (…) Antes de acercarse al altar acuérdense de lo que dijeron: Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. ¿Perdonas tú? Serás tú también perdonado. Acércate con confianza que es pan, no veneno. Pero examínate para ver si es verdad que perdonas. Pues, si no perdonas, mientes y tratas de mentir a quien no puedes engañar”. Por último, el pastor quilmeño afirmó que “nuestra participación en la Santa Misa no es una formalidad legalista, sino constitutiva para nuestra vida. El Señor, al asumir nuestra condición humana, la ha sanado, y nos ha manifestado cómo debemos vivir en nuestra interioridad y como miembros de la comunidad. Al recibirlo dignamente, nos hace capaces de seguir su ejemplo.+


Luis Stöckler, obispo de Quilmes
21 de agosto de 2009

Domingo 21°... La Palabra. 23 de agosto ' 09

¿A dónde iremos?
El gran dibujante Quino en una de sus tiras con Mafalda como protagonista, la dibuja parándose en la calla ente unos obreros que cavan en la acera. Les pregunta que “si están buscando las raíces de lo nacional” y ellos le responden que “no, sólo arreglando la línea de teléfonos”. Mafalda se va entristecida pensando que “es una pena, lo urgente no nos deja ver lo importante”.

Algo así nos pasa en la vida. Tenemos muchas cosas que hacer, muchas preocupaciones urgentes y se nos pasa de largo lo más importante, lo que verdaderamente vale la pena. Menos mal que de vez en cuando la vida se nos planta delante y nos hace caer en la cuenta de lo que es verdaderamente importante. Las ocasiones pueden ser muchas y no necesariamente situaciones de infelicidad o dolor. La cuestión es que se nos ofrece la posibilidad de pararnos y ver nuestra vida en perspectiva, hacia atrás y hacia delante. Y nos preguntamos con sinceridad qué es lo que queremos, qué es lo valioso, dónde está el centro en que nos apoyamos y cuál es la meta a la que nos queremos dirigir.


La decisión del pueblo.
Una situación de esas es la que se plantea a los israelitas en la primera lectura. Han salido de Egipto, han experimentado el brazo fuerte de Dios que los ha sacado de la opresión y la esclavitud. Han caminado durante muchos años por el desierto, siempre en busca de la Tierra Prometida. La peregrinación está llegando a su fin. Es el momento de detenerse y plantearse qué es lo que quieren para la nueva vida que están a punto de comenzar en la nueva tierra. Es un momento en que todo es posible.
Josué hace memoria de lo que han vivido y afirma su fidelidad al Dios que les sacó de la esclavitud. El pueblo responde: “Serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios”. Luego vendrá una historia hecha de fidelidad e infidelidad, una historia de gracia y pecado, pero la decisión está tomada. Los que siguen a Jesús se encuentran en una situación parecida. Las palabras de Jesús han sido muy claras. Ha ofrecido a sus seguidores una vida nueva. Comulgar con su cuerpo y con su sangre es entrar en comunión con Él y con su misión. Los que le sigan se comprometen a vivir por y para el Reino. Asumen como suyo el plan de salvación de Dios. Se convertirán en testigos del amor de Dios para toda la humanidad, un amor sin exclusiones, sin excepciones, sin condiciones. El futuro se les presenta complicado. Jesús les invita a dejar las seguridades de su pueblo, de su familia, de lo de siempre. Y a enfrentar la oposición que terminará llevando a Jesús a la muerte, confiando nada más que en el amor misterioso del Padre.
Es el momento en que muchos se vuelven atrás. Se dan cuenta de que andar con Jesús es peligroso, de que entrar en el Reino tiene sus riesgos. No es sólo participar en una comida a la que invita Jesús como lo fue la multiplicación de los panes. Es convertir la vida toda en una Eucaristía, en una acción de gracias en fraternidad. Es comprometer la vida por la justicia de Dios.

“Tú tienes palabras de Vida” .
Hay un antes y un después para Jesús y sus seguidores. Antes eran muchos los que le seguían. Quizá porque habían comido hasta hartarse pero nada más. En adelante, el grupo de los discípulos se hace más pequeño, se reduce. Son los pocos que con Simón Pedro sienten que Jesús tiene palabras de vida eterna, que vale la pena dejarlo todo, que no hay que dejarse envolver en problemas urgentes pero no demasiado importantes. Se dan cuenta de que en su respuesta a Jesús se están jugando la vida en su sentido más pleno. Es la Vida que Dios regala en su amor. Es la Vida que hay que llevar a toda la humanidad porque la voluntad de Dios no es otra sino que vivamos en fraternidad y justicia, como hijos e hijas suyos, como hermanos y hermanas. Hoy nos toca a nosotros dar una respuesta. Podemos repetir muchas veces las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios”. Pero lo importante no es decirlas con los labios sino pronunciarlas desde lo más hondo de nuestro corazón y nuestra mente. No queremos ir a ningún otro lugar porque en ninguno de esos lugares encontraríamos la vida que encontramos siguiendo a Jesús. Y esa vida se realiza aquí y ahora en los caminos y calles de nuestro mundo cada vez que hacemos fraternidad, que respetamos a todos en su dignidad plena de hijos de Dios, como dice la segunda lectura, que extendemos la mano al hermano, que sentimos a los otros miembros de una única familia, la familia de Dios.


Fernando Torres Pérez, cmf (ciudadredonda.org)

15/8/09

Domingo 20°... La Palabra. 16 de agosto ' 09

Pienso ahora en la madre que toma en brazos a su hijo pequeño y, al tiempo que lo abraza con todo el cariño del mundo, le dice al oído algo así como “Te comería a besos”. Es una forma de expresar el cariño que los une –no olvidar que es un cariño unidireccional, de la madre al bebé–. Entre ellos se da una comunión en la que la madre siente todo lo que sucede al hijo como si le sucediera a ella. Algo parecido –pero en este caso bidireccional– se da en el amor humano. También termina expresándose físicamente, en besos, abrazos, caricias, relaciones íntimas. Es una forma de comunión que va más allá de las fronteras de lo físico. Se unen los corazones y se supera la soledad del individuo. En las dos relaciones puestas como ejemplo, se usa muchas veces la idea y termino de “comer” como metáfora que expresa esa íntima unión. Porque el comer nos da la vida, exactamente igual que esa unión profunda nos da también la vida, nos lleva a una plenitud mayor. Ya no hablamos de la vida física sino de la vida en todos los sentidos, la Vida.
El pan es la carne-vida de Cristo

Jesús habla de comer su carne. Utiliza primero la imagen del pan. Él es el pan vivo, el pan que da la verdadera vida. Ese pan es su misma carne que se ofrece para que todos vivan. De la metáfora a la realidad las fronteras las ponen los científicos. Pero los que más allá de la ciencia entran en el camino de la sabiduría saben que más allá de lo que se puede medir y tocar hay realidad verdadera. Compartir el pan consagrado en la Eucaristía es realmente “comer” el cuerpo de Cristo en el sentido de que entramos en comunión con él, que su Evangelio se hace vida y compromiso en nosotros, que su gracia nos capacita para ir más allá de nuestras posibilidades, para crear el Reino, para hacer justicia y fraternidad.

Compartir el cuerpo de Cristo nos hace vivir de otra manera. Comulgamos con él y con su Reino. Nos hacemos hijos en el Hijo y los otros se convierten en nuestros hermanos y hermanas. Entramos en un camino-comunión en el que más allá de mi salvación individual entramos en comunión con la humanidad entera, con la familia de Dios, en especial con los que más sufren y experimentamos que la Vida que Dios nos regala es para todos, que no tiene sentido la comunión si no se alarga y extiende hasta alcanzar a todos sin excluir a nadie.
No quieren entender
Todo esto no es difícil de entender pero, como dice un refrán, “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Los judíos, así los denomina el Evangelio de Juan, no querían entender. Ellos se oponen a todo lo que pueda suponer un cambio en su imagen de Dios, de lo que es bueno y de lo que es malo. Por eso malentienden las palabras de Jesús e interpretan lo de “comer su carne” en el sentido más craso y físico. Creen que Jesús les está pidiendo a sus seguidores que sean antropófagos.
Jesús se lo intenta explicar una y otra vez pero no consigue nada. Por la sencilla razón de que “no hay peor sordo...”. Lo bueno, lo que nos queda como testimonio vivo del amor de Dios para con nosotros, es que ni en ese caso Dios retira su oferta. Ni siquiera cuando los hombres nos obcecamos en decir “no” a la oferta de Dios, a su amor y gracia que se nos regala, a la reconciliación que nos brinda, a la Vida que nos promete, Dios retira su mano llena de cariño. La salvación también era para aquellos “judíos” que se oponen a Jesús y que ridiculizan su mensaje. Conclusión: como buen padre, Dios nunca nos deja de su mano. Así nos ama Dios. Sin límites, sin condiciones.
Hoy es el día en que Jesús nos invita a la Eucaristía, a que comamos su cuerpo y bebamos su sangre, a que comulguemos con él, con su mensaje, con su vida. Así su Reino se hace posible en nuestras vidas. Hoy es el día en que tenemos que vivir como lo que somos: comensales de Dios, miembros de su familia, hijos e hijas. Es tiempo de aprovechar el momento, como nos indica la segunda lectura, para hacer realidad la voluntad de Dios, para darle gracias por su amor y para vivir expandiendo el amor que de él recibimos a todos los que nos encontremos por los caminos de la vida.



Fernando Torres Pérez, cmf (ciudadredonda.org)

8/8/09

Domingo 19°... La Palabra. 9 de agosto ' 09

La libertad nos llama desde el cielo

Todo empezó con Jesús invitando a la gente a comer, haciéndoles partícipes de un banquete y saciando su hambre. ¿Podía criticar alguien a Jesús por eso? Nada de eso. Todos se sintieron contentos. Los que comieron porque tenían el estómago lleno. Y los que mantenían al pueblo en la pobreza, los que lo oprimían, porque habían encontrado a uno que satisfacía las necesidades del pueblo, que en principio no daba problemas. Se sentían contentos porque la gente cuando tiene hambre puede llegar a sentir rabia, puede llegar a darse cuenta de la injusticia a la que está sometida y puede intentar protestar. Eso nunca es bueno porque altera el orden social, el orden legalmente establecido. Pero la cosa no terminó ahí. Los estómagos saciados querían más. El hambre es una necesidad que no se sacia definitivamente nunca. El estómago se vacía y quiere volver a saciarse. Por eso la gente siguió a Jesús. Querían más. Pero Jesús, en lugar de alimentarlos, los provoca. Tienen que buscar el pan que da la verdadera vida. No basta con el pan material. Es necesario el pan de la fraternidad, de la justicia. Y en ese momento los poderosos, los guardianes del orden social, de la ley establecida por ellos mismos y para su provecho, se comenzaron a poner nerviosos. Aquel Jesús era mucho más peligroso de lo que aparecía a primera vista.
Los malos de la película.
Esa es la razón por la que aparecen en el Evangelio de Juan unos personajes nuevos: los judíos. ¿No eran judíos todos los que seguían a Jesús y Jesús mismo? Ciertamente, pero Juan en su Evangelio personifica bajo ese nombre a los malos de la película, a los que se oponen a Jesús y su mensaje. Los judíos son los que no pueden creer que Jesús sea el “pan bajado del cielo”, el que lleva a los hombres y mujeres por caminos nuevos de libertad, de justicia y fraternidad. Ni desean que existan esos caminos –todo debe ser como ellos dicen que siempre ha sido, como ellos dicen que dice la tradición, como ellos dicen que dice la ley– ni creen que puedan existir. Ellos conocen a Jesús, conocen a su familia, a su padre, a su madre. No es posible que haya nada “bajado del cielo” en ese origen. Y en ningún caso puede venir del cielo un mensaje como el de Jesús que promete vida, libertad, justicia, que promete la salvación para todos. Pero Jesús insiste. Él es el mensajero y el mensaje del Padre. Él es el pan que da la verdadera vida. Él trae la vida al mundo. Como el ángel del Señor alimentó a Elías en su camino al Horeb, Jesús se hace alimento para que lleguemos a nuestra propia plenitud, que es la mejor forma de dar gloria a Dios.
El “salto” de la fe y el testimonio.
El choque es inevitable. Jesús y los “judíos” se mueven a niveles diferentes. Jesús invita a los que le siguen a crecer, a levantarse, a ser libres, a vivir. Los “judíos” no quieren moverse de donde están. Y piensan que Dios lo quiere así. No hay posibilidad de encuentro. Sólo sería posible dando el salto de la fe. O cayéndose del caballo, como Pablo. Al final, sólo cabe el testimonio limpio de los que viven en el nuevo orden de cosas instaurado por Jesús, de los que se han levantado y han comenzado su personal camino hacia el Horeb, hacia el encuentro con el Dios de la libertad y de la justicia, del amor y de la paz. Ahí se entienden fácilmente los consejos de Pablo en la segunda lectura. Los que siguen a Jesús no viven amargados sino que están dominados por la bondad, la comprensión, la paciencia. Irradian a su alrededor el buen olor de Cristo y hacen de su vida una eucaristía. Comulgan el cuerpo de Cristo y lo reparten transformado en vida, en amor, en compromiso por la justicia, a todos los que se encuentran en su camino. Y, de paso, se cambia lo que haya que cambiar. Porque Dios no quiere que se conserve el orden establecido sino que hombres y mujeres, todos los hombres y mujeres, vivan y vivan en libertad y en plenitud.


Fernando Torres Pérez, cmf(ciudadredonda.org)

1/8/09

Domingo 18°... La Palabra. 1 de agosto ' 09

SER CRISTIANOS: UNA NOVEDAD

La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante.
Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.
La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: « y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? ». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.
La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de “creencias” y de “prácticas” a vivir como discípulos de Jesús?
La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.
Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.

José Antonio Pagola (redescristianas.org)

25/7/09

Domingo 17°... La Palabra. 26 de julio ' 09

Esta gente necesita comer...

El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer .
Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo.

Se necesita algo más que dinero.
Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan,aunque sólo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».
La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿se producirá algún día ese “milagro” de la solidaridad real entre todos?
Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.
Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.



José Antonio Pagla (redescristianas.org)

18/7/09

Domingo 16°... La Palabra. 19 de julio ' 09

¿DESCANSAR UN POCO?

Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su Evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse «ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco ».
La gente les estropea todo su plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no sólo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. «Le dio lástima de ellos ». Los lleva todos muy dentro de su corazón.
Nunca los abandonará. Los «ve como ovejas sin pastor »: gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma», dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.
Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades.

José Antonio Pagola (redescristianas.net)

11/7/09

15° DOMINGO... La Palabra. 12 de julio

DE DOS EN DOS...

Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.
En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos ». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.
Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobres las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.
Llevarán sólo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Sólo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.
No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero ». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.
Tampoco llevarán «túnica de repuesto ». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.


José Antonio Pagola (redescristianas.net)

4/7/09

14° DOMINGO... La Palabra - 5 de julio '09

NO DESPRECIAR AL PROFETA...

El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret, acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco le presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.
Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús un trabajador nacido en una familia de su aldea- Todo lo demás « les resulta escandaloso ».
Jesús se siente « despreciado »:los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: « No desprecian a un profeta mas que en su tierra,entre sus parientes y en su casa ».
Al mismo tiempo, Jesús « se extraña de su falta de fe ». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: «no pudo hacer allí ningún milagro,sólo curó a algunos enfermos ».
Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores,sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.
José Antonio Pagola (redescristianas.net)

27/6/09

13° DOMINGO... La Palabra - 28 de junio '09

GENEROSOS CON LA VIDA


Dios ama la vida
Dios no es creador de la muerte ni goza destruyendo a los vivientes, como dice la primera lectura. Es una frase que la deberíamos guardar para siempre en nuestra memoria y quizá también, por si se nos olvida, en el espejo del cuarto de baño donde nos miramos cada mañana. Dios ama la vida y quiere la vida para todos. Dios ama a este mundo. Es su creación y no hay nada malo en él. En la creación, Dios mostró su carácter expansivo, su generosidad, su capacidad para comunicar, para compartir, para regalar todo lo que es. Dios nos dio la vida, nos regaló la libertad y nos invitó a caminar por nosotros mismos. ¿No es esto mismo, precisamente, lo que se ve en el Evangelio de hoy? Jesús es la generosidad de Dios hecha persona. No es una casualidad que casi todos los milagros que se nos relatan en los Evangelios sean milagros que tienen que ver con la vida y/o que rompen la situación de aislamiento en que a veces se encuentran las personas (enfermedad, sordera, ceguera, etc.).
En este caso, Jesús resucita a la hija de Jairo.
La que estaba ya al otro lado de la vida, secuestrada por la muerte, es rescatada para el mundo de los vivos. Y lo hace pidiéndola que se levante. ¡Sólo los vivos se pueden levantar! ¡La muerte nos tumba! Y también hay una mujer que padece flujos de sangre. Sólo toca el manto de Jesús y queda curada. Claro que, al ser tocado por una mujer impura (por su enfermedad), Jesús se hace impuro. A Jesús, y por lo mismo a Dios, no le importa hacerse impuro con tal de salvar al que está hundido, postrado. El resultado es que aquella mujer se puede ir en paz y con salud, se puede integrar en la comunidad, ser una más, vivir como persona, vivir como hija de Dios.
Creer es compartir la vida
Creemos en el Dios de Jesús y creemos que es el Señor de la Vida. Mejor. Creemos que es el Generoso Señor de la Vida. Que nos la regala cada día. Que cada día nos bendice con su amor y con ese don inmenso que es la libertad. Cada día experimentamos la generosidad de Dios que nos invita a participar en su obra creadora, a ser generoso como él, a regalar la vida que nos ha sido regalada. La fe y la confianza que ponemos en Dios se vuelve hacia nosotros en regalo de vida y se hace también expansiva hacia los que nos rodean. ¿No es eso lo que nos dice Pablo en la segunda lectura? Creer significa ser generosos, compartir. Creer nos compromete a ser generosos, a regalar y compartir lo que se nos ha regalado. Lo material y lo que no es material. Creer significa compartir la labor creadora de Dios, amar la vida en todas sus formas y promoverla en todas sus formas. Creer significa acoger, incluir y trabajar para que nadie quede excluido de la mesa común de los hijos de Dios. Lo nuestro es ir en contra de la economía y de la crisis. ¡Porque nuestro Dios es el Generoso Señor de la Vida!

Fernando Torres Pérez cmf (cuidadredonda.org)

26/6/09

CAPÍTULO GENERAL

Damos gracias al Dios Bueno, que sigue impulsando con su Espíritu a nuestra familia religiosa, la Orden Teatina que acaba de concluir la celebración de un nuevo Capítulo General. Por primera vez, desde su fundación en 1524, los hijos de San Cayetano hemos celebrado nuestro Capítulo fuera de Italia.

El Monasterio de Iranzu, en Navarra, España ha recibido a los Padres Capitulares que, buscando ser fieles a nuestras raices fundacionales, han evaluado el andar de la Orden en los últimos seis años, y dejándose llevar por la inspiración del Espíritu han pautado los caminos que hemos de recorrer juntos en el próximo tiempo.

El Capitulo tiene la finalidad de revisar la vida espiritual, comunitaria y apostólica de la Orden y de “recordar la necesidad que tenemos de transparentar en nuestras personas y comunidades el contenido del Evangelio y de las Constituciones”.

El tema general de reflexión del Capitulo ha sido expuesto por el Prepósito General de la Orden, en la Carta de convocatoria del Capítulo, señalando como lema “Con el Evangelio y las Constituciones en el corazón y en la vida, hacia una renovación en profundidad de nuestro ser teatinos desde la fidelidad a los orígenes”.

Saludamos a todos los Padres Capitulares, especialmente a los Padres Juan Carlos y Mariano, quienes fueron los capitulares de Argentina y hacemos llegar nuestra acción de gracias al Padre por esta gran reunión.

Un capítulo general es la expresión máxima de la unidad de una congregación y de la defensa de su patrimonio espiritual. Supone un encuentro muy importante para tomarle el pulso a la identidad de la orden y estudiar todas aquellas propuestas que las distintas provincias han presentado precedidas de sus respectivas reflexiones. Después de haber analizado todos los problemas planteados, los tres últimos días se elige al superior y luego a los consultores, quienes le acompañarán en esta etapa.

Por eso les contamos, que el Capítulo General, para el período 2009 - 2015, ha reelegido como Prepósito General al Padre Valentín Arteaga, CR (ESP), quien será acompañado en la animación de la Orden por los Padres del Consejo General: José Luis Gordo, CR (MEX), Carmine Mazza, CR (ITA), José Aparecido Hergese ,CR (BRA) y Matheus Bromberg, CR (HOL)... rezamos por ellos.



P. Valentín Arteaga, CR - Prepósito General

22/6/09

CONOCIENDO LA COMUNIDAD... Cáritas Parroquial

Nos encontramos con Liliana Mucci. Ella es hoy quien anima nuestra Cáritas parroquial. Compartimos esta pequeña entrevista para dar a conocer la labor que se realiza en Cáritas de nuestra parroquia... esa Cáritas que siempre recordará con cariño y acción de Gracias a Lili Vergara...


Podrías contarnos cual es el objetivo principal de Caritas Parroquial?. Por supuesto que se trata de la “Caridad en la comunidad” para los hermanos más necesitados… pero ¿por qué Caritas?
Principalmente nuestro objetivo es escucharles, no creemos que solamente dandole ropa,calzado y alimento solucionamos sus problemas, les preguntamos que piensan de la sociedad, respectos a ellos,y se sienten apartados que solo los buscan cuando necesitan un boto de ellos,. es lo que le damos en caritas hacerles crecer, como personas ,tener una meta si no es para ellos que sea para sus hijos,no les pedimos nada a cambio sencillamente, que aprendan a ganarse el respeto de los demas,dejando atras esa herencia que recibieron de sus padres , para que se corte la cadena del pedir porque es mas facil !


¿Cómo se organiza Cáritas en el Sagrado?
Bueno caritas se organiza de la siguiente forma,estamos tres dias a la semana, lunes miercoles y viernes,los lunes no atendemos al publico porque preparamos los bolsos de ropa con anticipacion para acelerar las entregas en la semana, miercoles atendemos al publico dandole la bolsa de alimento por supuesto coincidiendo que sea una ves al mes ,siendo que cuando es familia numerosa pueden retirar dos veces al mes y los viernes retiran los bolsos de ropa y calzado preparados previamente.haciendonos tiempo para ir a visitarles a sus casas para que sientan que estamos para mucho mas !!


¿Cuáles son los días en que se reúne?
Nos reunimos una vez al mes para hacer un balance de como nos estamos manejando, de lo que habria que cambiar, de cosas nuevas que se podrian llegar a lograr, y asi estamos siempre viendo como seguir generando ideas.


¿Cómo se entiende un voluntario de CÁRITAS? ¿Cuántos son? ¿qué hacen? ¿alcanzan?
La palabra lo dice,. voluntad y tenemos mucha,creemos todavia que esto puede cambiar,eso es lo que nos empuja. la esperanza,el ayudar el escuchar , el estar, dicen que quizas uno tubo esa falencias por eso es que se vuelca a ayudar a otros, pero si ,.no.podemos ver a los chicos necesitados de proteccion y un simple beso eso lo tenemos muy claro


¿Qué cantidad de familias/personas asiste cáritas en nuestra comunidad? Mayoritariamente, ¿de dónde vienen esas familias?
Las familias asistidas en caritas, pertenecen a los barrios Santa Rosa, Cristo Obrero, Barrio Ombu y la gente que vive en la estacion de boulogne y en galpones de la estación,como asi tambien recibimos gente de transito que provienen de muchas otras zonas, Pilar ,Del Viso, Jose Leon Suarez, San Martín,.etc


¿Cuál es la mayor necesidad hoy en Cáritas del Sagrado?
La mayor necesidad , en caritas es el tener una continuidad la donacion de alimento, faltarian voluntarias, y mucho entendimiento de la gente hacia nosotras porque estamos tratando de que esta situacion cambie, y si esto sucede el cambio va a ser para todos, y en bien de todos


¿Cáritas parroquial ayuda a otras instituciones?
Si estamos dispuestas siempre,que nos necesita algun colegio del interior, o algun hogar si se nos necesitara, dentro de nuestras posibilidades,por supuesto.


¿Cómo te imaginás, cómo soñás la Cáritas del Sagrado?
U y, si sueños muchos , un caritas con talleres, donde puedan aprender un oficio, cosas que no pudieron lograr,tener salida laboral, hasta diria una guarderia para que las mamas pudieran trabajar, ¿ Es mucho no'? Y Una organización un poco mas prolija, tambien vemos nuestros defectos!!


Un mensaje para los lectores del Blog del Sagrado…


El mensaje, que les puedo decir, simplemente ,que estamos felices de hacer este trabajo es ver cosas y realidades que duelen, y si uno sigue pensando que no vale la pena, y bueno !! pero si existe todavia gente que no solamente se mira al espejo sin dar se vuelta y mirar lo que hay atras o a su costado, creo que son ellos los bartimeosno por algo la palabra iglesia y caritas tienen la misma cantidad de letras,. Besos a todos


Muchas gracias a vos y a todos los voluntarios de Cáritas de parte de toda la comunidad.



20/6/09

12° DOMINGO... La Palabra

VAMOS A LA OTRA ORILLA
« ¿Por qué tienen miedo ? ¿Aún no tienen fe? » . Estas dos preguntas que Jesús dirige a sus discípulos no son, para el evangelista Marcos, una anécdota del pasado. Son las preguntas que han de escuchar los seguidores de Jesús en medio de sus crisis. Las preguntas que nos hemos de hacer también hoy: ¿Dónde está la raíz de nuestra cobardía? ¿Por qué tenemos miedo ante el futuro? ¿ Es porque nos falta fe en Jesucristo?
El relato es breve. Todo comienza con una orden de Jesús:« Vamos a la otra orilla ». Los discípulos saben que en la otra orilla del lago Tiberíades está el territorio pagano de la Decápolis. Un país diferente y extraño. Una cultura hostil a su religión y creencias.
De pronto se levanta una fuerte tempestad, metáfora gráfica de lo que sucede en el grupo de discípulos. El viento huracanado, las olas que rompen contra la barca, el agua que comienza a invadirlo todo, expresan bien la situación: ¿Qué podrán los seguidores de Jesús ante la hostilidad del mundo pagano? No sólo está en peligro su misión, sino incluso la supervivencia misma del grupo.Despertado por sus discípulos, Jesús interviene, el viento cesa y sobre el lago viene una gran calma. Lo sorprendente es que los discípulos « se quedan espantados » .
Antes tenían miedo a la tempestad. Ahora parecen temer a Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha producido en ellos: han recurrido a Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no conocían; comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con él todo es posible.El cristianismo se encuentra hoy en medio de una « fuerte tempestad » y el miedo comienza a apoderarse de nosotros. No nos atrevemos a pasar a «a otra orilla».
La cultura moderna nos resulta un país extraño y hostil. El futuro os da miedo. La creatividad parece prohibida. Algunos creen más seguro mirar hacia atrás para mejor ir adelante.
Jesús nos puede sorprender a todos. El Resucitado tiene fuerza para inaugurar una fase nueva en la historia del cristianismo. Solo se nos pide fe. Una fe que nos libere de tanto miedo y cobardía, y nos comprometa a caminar tras las huellas de Jesús.
José Antonio Pagola (redes cristianas.net)

16/6/09

CORPUS CHRISTI

La fiesta del Corpus, establecida por el papa Urbano IV, en 1264, por inspiración de una religiosa visionaria, Juliana de Lieja. se consideró, en el s. XIII, como la máxima exaltación de la eucaristía. Pero en realidad fue el último eslabón de una cadena de hechos que terminaron deformando el significado fundamental de la eucaristía en la Iglesia. ¿Por qué?
Jesús instituyó la eucaristía en la cena de despedida. El IV Evangelio corrige a los sinópticos y nos dice que aquella cena no fue la cena pascual, sino una cena de despedida. No fue, pues, un acto religioso, sino el hecho de compartir la mesa, “que simboliza la existencia de unos sentimientos y una relación” (L. E. Klosinski). Así, Jesús construía una comunidad nueva en el mundo, no basada en el honor y la posesión de bienes, sino en la comunión de personas. Así lo vivieron los cristianos durante los primeros siglos de la Iglesia. Y en esto estuvo el secreto de la enorme y rápida difusión del cristianismo primitivo.
Pero esta institución genial, con el paso de los tiempos, dejó de ser una experiencia humana y se transformó en una ceremonia religiosa, reglamentada en todos sus detalles. Así fue perdiendo importancia la comunión, con Jesús y con los demás, y fue ganando en interés la presencia de Cristo, con el lógico deseo de la gente por ver la hostia consagrada. La elevación de la hostia en la misa, la exposición solemne, la bendición con el Santísimo y la procesión del Corpus son solemnidades ante las que mucha gente muestra más respeto que ante muchas personas a las que ni se saluda, a las que se les falta al respeto o incluso se les ofende. Los cristianos necesitamos una urgente recuperación del significado y de la práctica original de la Cena del Señor...

José María Castillo (redescristianas.net)

4/6/09

Santísima Trinidad... LA PALABRA

Al fin y al cabo, por mucho que nos esforcemos, nunca vamos a poder desvelarlo. «Un sólo Dios y tres personas distintas. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero».
Cuando para la mayoría de los cristianos el misterio de la Trinidad está entre paréntesis, hablar ahora de ella y de sus implicaciones en la vida ciudadana puede parecer el colmo de la paradoja. Pero, a pesar de ello, vamos a intentarlo porque, si creemos que estamos hechos a imagen de Dios, nos debe preocupar conocer su verdadero rostro para entender el nuestro.
Las ideas que tenemos de Dios, por regla general, no son demasiado cristianas, digámoslo abiertamente. Se han infiltrado en el cristianismo cuando éste se sumergió en la cultura griega. En el mejor de los casos son herencia del judaísmo.
Para unos Dios es “ese algo que mueve todo esto por ahí arriba”, «el principio y fin de todo», el “motor inmóvil” de Aristóteles, o aquello de la “inteligencia creadora” que apunta Platón. Para otros, Dios es un ser personal, alguien, pero implacable, irascible, celoso, vengativo, justiciero, aguafiestas, tapahuecos, inmóvil, impasible… Imágenes de un Dios cancelado por Jesús hace veintiún siglos. Dios no es así.
Dios no es algo, sino alguien. Nos lo dijo Jesús: “Cuando oréis decid: Padre…” (en arameo, la lengua de Jesús: «abbá»). Que a Dios se le llamaba «padre» estaba dicho y descubierto muchos siglos antes de Jesús. En oraciones sumerias como el Himno de Ur a Sin, dios lunar, el orante lo invoca como “Padre magnánimo y misericordioso en cuya mano está la vida de la nación entera”. Pero parece que se había olvidado.
Hoy que está en crisis la imagen del padre, que hay crisis de autoridad, ¿debemos seguir hablando de Dios como Padre? ¿No será contraproducente? ¿Qué clase de padre es Dios?
Dios, el Dios de Jesús, es padre, pero no paternalista ni autoritario. En esto radica la crisis de autoridad que atravesamos. Juan dice en su Evangelio: “El padre y yo somos una misma cosa” y Jesús dice a su Padre: “Yo sé que siempre me escuchas”. La primacía del Padre en la Trinidad no se ejerce en menosprecio o anulación del Hijo, sino con una autoridad que resulta paradójica: “El Padre ama al Hijo y lo ha puesto todo en sus manos”. Confianza y entrega plena es el clima de las relaciones entre Padre e Hijo.
Dios es también Hijo (palabra que proviene del latin “filius” y ésta de “filum”, hilo). Dicho de otro modo, Dios es dependiente. En toda familia, el hijo depende al nacer de los padres, pero, para subsistir como persona, tiene que cortar el cordón umbilical. Dependencia originaria y autonomía consecuente. En nuestra sociedad se da actualmente un rechazo del padre por parte de los hijos, de la autoridad por parte de los gobernados; se puede hablar ya de un mundo que abandona su ser patriarcal. ¿Y no será porque el padre corta la aspiración del hijo y porque el hijo, al subrayar su libertad, no reconoce su dependencia del padre? En la Trinidad divina no sucede así.
El Hijo no rechaza al Padre. Es camino e imagen del mismo. “Quien me ve a mí ve al Padre”. No hay dominación sufrida por el hijo, ni anarquía reivindicada en Jesús. Hay amor que lo iguala todo, gracias al Espíritu. Pablo, lo dice claramente en la carta a los Romanos: el hecho de llamar a Dios «Padre» lejos de esclavizarnos, nos libera de toda esclavitud, pues si Dios es nuestro Padre, ningún ser humano podrá sentirse señor y dueño nuestro; todos nos consideraremos hermanos y herederos de la promesa divina.
Dios, finalmente, es Espíritu. Como viento y fuego, calor, libertad, amor. Sin el Espíritu la relación Padre-Hijo se convertiría en tortura y martirio de frialdad y desamor.
Y aquí es donde la Trinidad se convierte en lección de vida ciudadana. Autoridad y paternidad en nuestra sociedad, sí; pero no autoritarismo ni paternalismo. Dependencia de hijos a padres, pero sin atentar contra la autonomía de cada uno. Y sobre todo amor, libertad, escucha, calor de hogar.
En el evangelio Jesús envía a sus discípulos para que hagan discípulos de entre todas las naciones y los consagren a este Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. A estos nuevos discípulos no les enseñarán una doctrina, sino «todo lo que él les mandó». Y lo que él les mandó fue poner en práctica los «mandamientos mínimos», esto es, la bienaventuranzas, que han tomado el puesto de los antiguos mandamientos de Moisés. Con la práctica de las bienaventuranzas, nacerá una sociedad alternativa, austera, solidaria, cargada de amor y apertura, libre de autoritarismo y respetuosa con las diferencias. En esa sociedad estará por siempre presente Jesús que ahora cumple la función de Enmanuel (Dios con nosotros): «Miren que yo estoy con ustedes cada día hasta el fin del mundo».
Acabemos recordando aquel lema que las Comunidades Eclesiales de Base brasileñas acuñaron hace unos 20 años: «A Trindade é a melhor Comunidade», la Trinidad es la mejor Comunidad.

30/5/09

Pentecostés... La Palabra...

El Imparable Espíritu de Dios

Pentecostés es el viento y el fuego del Espíritu que quema y destruye, que calienta y transforma, que abre las ventanas y envía a los discípulos al mundo, a predicar la buena nueva de que Dios no está contra nosotros sino a favor nuestro, de nuestra vida, de nuestra esperanza. El viento del Espíritu crea la Iglesia, guía a la Iglesia, da fuerza, sostiene, cura, reconcilia, da vida. Llenos del Espíritu, aquellos primeros discípulos salieron de Jesús y, con el tiempo, llegaron a las tierras más lejanas. Portaban un mensaje de esperanza: Dios nos ha salvado en Cristo, su Hijo, su testigo, la encarnación de su amor. En él nos ha manifestado su inmenso amor para con nosotros. Ese amor es tan grande que es capaz de vencer la muerte. Hoy, aquí y ahora, hay que comenzar a construir un reino de fraternidad donde nadie puede ni debe ser excluido. Esa es la voluntad de Dios y no otra.

El Espíritu ha creado la Iglesia.
El Espíritu fue suscitando comunidades aquí y allá. Pequeños signos de esperanza en medio del mundo, lugares de acogida para los que estaban cansados por el peso de la vida. Eran comunidades locales, que hablaban el idioma de la gente de cada lugar, que se adaptaban a su cultura, a sus necesidades, a sus preocupaciones. Esas comunidades son las que están representadas en la primera lectura. El milagro no es que los discípulos fueran capaces de hablar todas las lenguas de repente. El milagro, recogido de alguna manera en la lectura, fue que los discípulos fueron a todos esos lugares y supieron hablar el lenguaje de las personas de allí, supieron “encarnar” el mensaje del Reino, de la buena nueva de la salvación. Partos, medos, elamitas, cretenses y árabes, romanos y de todas las partes escucharon el mensaje de Jesús en su propia lengua y sintieron que se pegaba a sus carnes, que les resucitaba para una vida de esperanza. Y así nació la Iglesia. El Espíritu animaba la vida de las comunidades. Les hacía confesar que “Jesús es Señor” (nadie lo puede hacer sino es animado por el único Espíritu de Dios). A pesar de las diferencias de idioma, de cultura, de tradiciones, de costumbres, de forma de expresar la fe, a todas las comunidades cristianas nos une esa confesión sencilla, básica, accesible a todos y en todas las lenguas. Hoy somos muchos en todos los continentes los que confesamos que “Jesús es Señor”. Más allá del hecho de que pertenezcamos a diferentes tradiciones, a diferentes confesiones, a diferentes comunidades, de que hablemos diferentes lenguas o tengamos diferentes formas de expresar nuestra fe, todos confesamos que “Jesús es Señor” y que en su nombre se nos ha devuelto la esperanza y la vida, la alegría y el gozo de vivir.

¿Quién puede apagar el Espíritu?
El Evangelio no está amenazado. Algunos parece que piensan que o la defienden ellos o la fe va a desaparecer de la faz de la tierra. Algunos se sienten los protectores del Espíritu, los portadores de la verdad, los defensores de la fe. Piensan que sin ellos, sin su acción, vamos al desastre. Amenazan con el infierno a los que no sigan sus indicaciones y normas. Parece que tienen comunicación directa con el Espíritu y que éste les ha nombrado sus alféreces y les ha puesto al frente de sus batallones. No es así. El Espíritu con su viento y su fuego fue el que propagó por este mundo la buena nueva del Reino, de la salvación. Él seguirá haciendo lo mismo. Nada que hagamos los hombres podrá atemorizar al Espíritu de Dios. Dejar al Espíritu libre (¿es que alguien le puede encerrar o poner cadenas al Espíritu?) es dejar que brote en nuestros campos la esperanza, la paz, la reconciliación, la vida. Esos son los frutos del Espíritu.


Fernando Torres Pérez cmf (ciudadredonda.org)

29/5/09