Si además se profana el lugar sagrado, haciéndolo centro de negocios y especulación, como denuncia Jesús -“No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”-, la figura y el significado del templo material se relativizan.Hoy la Palabra nos lleva a examinar nuestro culto, devociones, tradiciones religiosas, santuarios... Todo puede ayudar para expresar la fe, mas debemos estar atentos, no sea que pretendamos justificarnos por nuestras ofrendas. Sólo Jesucristo es el que justifica. No tendrás otros dioses frente a mí.Se acaba el tiempo de poner la confianza fuera de Dios. La ley de Israel y la filosofía de Grecia se enfrentaban con el discurso de Pablo, con su doctrina. Lo necio de Dios es más sabio que los hombres. Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Nosotros predicamos a Cristo crucificado.Llega el tiempo en que se instauran todas las cosas en Cristo. Destruid este templo, y yo en tres días lo levantaré. Él hablaba del templo de su cuerpo.Jesús nos enseña cuál es el nuevo santuario, su propio cuerpo, y en él cada uno de nosotros hemos sido convertidos en el lugar de culto permanente. Los verdaderos adoradores adorarán a Dios en espíritu y en verdad.La religiosidad popular está muy unida a la celebración de los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de Cristo, y se demuestra que es una expresión en muchos casos sostenida por la fe. Los santos nos han recomendado no anteponer nada al amor a Cristo. “Por esta puerta habremos de entrar, por la Humanidad sacratísima”, dirá Santa Teresa de Jesús.Señor, Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68).
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Por Ángel Moreno (ciudadredonda.org)
La foto inferior es de la Pquia Santa Luisa de Cali, Colombia
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